July 30, 2022

Chelonoidis niger porteri ( Abril /2022)



No tener la certeza del rumbo fijo, no saber a dónde te va a llevar la marcha higiénica del día, es caminar con el ánimo de orientarse en el entorno seminatural o semisalvaje que se atraviesa en la mañana fresca de abril, es vivir el instante en el andar y ver, es una suerte de aventura fructífera para el sujeto de la experiencia. Incorporar a la memoria mágica una travesía impensada, es una realidad tangible en la zona agrícola de Isla Santa Cruz. No es un paseo cualquiera en el medio rural de la isla, se trata también de una inmersión en tierras de amortiguamiento ecológico, esto por estar delimitadas por el Parque Nacional Galápagos (PNG), organismo regional que por ley (jurídica, moral y ética) está llamado a proteger fauna y flora originales de la isla entera. El PNG, en concreto posee y administra más del noventa por ciento del territorio isleño, Santa Cruz es parte del patrimonio biológico y reserva natural terrestre y marítima del Archipiélago de Galápagos.

De hecho –y de repente–, la maravilla paisajística de la ruralidad isleña, consiste en toparse con individuos de las dos especies endémicas de tortugas gigantes que transitan por las vías secundarias públicas y, tras los cercos vegetales y de alambre de puas, igual se avista a los especímenes que se hallan dentro de las fincas agrícolas y de pequeñas propiedades rurales. La fortuna de tener encuentros cercanos con sendos galápagos yendo y viniendo a su aire, es porque ellos instintivamente transitan por los distintos pisos biológicos de sus migraciones ancestrales, dependiendo de las estaciones de apareamiento y anidación suben a tierras altas o bajan al llano. Da gusto ver galápagos dándose banquetes herbívoros gracias a las lluvias de abril.

Si se circula por los caminos secundarios rurales del medio oeste de la isla, hablamos de contemplar a la especie Chelonoidis niger porteri. Una mañana fue para entrar por barrio Guayabillos y salir a la ruta viva por barrio Occidente. La segunda buena mañana vino al revés, ingresé por Occidente y caí en un alegre chaquiñán que acabó desembocando en el parque industrial a tiro de la ciclovía, y la sorpresa fue que salí a medio camino de Bellavista a Puerto Ayora. Sí, lugares comunes –nombres comunes–, pero mezclados con la singularidad de la evolución de las especies galapagueñas.

Entrando a Guayabillos descendí más o menos tres kilómetros por angosta vía asfaltada luciendo baches medio llenos de reciente agua lluvia, huecos que vienen a ser piscinas de estación para el goce de pinzones de Darwin y otras aves melódicas. Acogedor silencio lo envuelve al caminante ya difuminándose la estridencia motorizada de la carretera principal que cruza Isla Santa Cruz uniendo Puerto Ayora con Canal Itabaca, ruta viva que constituye una pared divisoria entre el territorio de las tortugas gigantes del oeste y las del este. La deforestación campea a los costados de la carretera rural, resaltando las edificaciones vulgares de la zona de amortiguamiento, nada novedoso si en el continente ecuatoriano la arquitectura urbana y rural –salvo excepciones– es indiferente a la biodiversidad propia, practicando en situ la fealdad arquitectónica. No obstante, recalco que se redime lo prosaico de estos paseos rurales con la visión de especímenes de Chelonoidis niger porteri, como si se tratase de arte ancestral van brotando aquí y allá individuos solitarios que iluminan el espacio biológico degradado, y este frágil equilibrio con la humanidad reinante-pujante genera el aroma del tiempo en Islas Encantadas.

 https://homoaerius.com/
Posted on July 30, 2022 06:23 PM by juanariasbermeo juanariasbermeo | 6 observations

May 31, 2022

Chelonoidis niger donfaustoi, a la vista.

1.- La mañana fresca y sombreada de abril ayudó para hacer una caminata suave ascendiendo desde el barrio El Cascajo, cruzando la zona de fincas agrícolas-ganaderas de El Camote, rumbo a las tierras de amortiguamiento ecológico de Cerro Mesa que colinda con los prados y bosques de la colina e instalaciones panorámicas de Pikaia Lodge. Ya, en 2019 y 2020 , subí a esta zona asequible del centro-este de Isla Santa Cruz, con la intención de andar y ver en el hábitat de la especie de tortuga gigante Chelonoidis niger donfaustoi (denominada así en honor al guardaparque Don Fausto Llerena). Hasta 2015, los especímenes de la tortuga gigante de El Fatal, eran considerados como una población minoritaria de la especie Chelonoidis niger porteri, Tortuga de El Chato o Tortuga del Oeste de Isla Santa Cruz. Recién en 2018 me enteré por @johngsalamander, que la tortugas del centro-este, correspondían a una especie distinta a la del oeste de la isla y que se habían tomado las precauciones debidas para su protección y regeneración en su nicho ancestral, se ha hecho un censo poblacional y se les colocó sensores electrónicos para detectar sus movimientos, al cabo Chelonoidis niger donfaustoi cuenta con alrededor de 500 especímenes frente a aproximadamente 4000 especímenes de Chelonoidis niger porteri. (Artículo y fotografías de la visita diciembre 2020) https://www.homoaerius.com/tortugas-gigantes-del-este/#more-6267

2.- Desde el caserío de El Cascajo descendí en dos días diferentes de abril por la vía a Playa El Garrapatero, esto con el propósito de avistar la tortuga Donfaustoi, sobre la marcha, en los costados de la carretera principal. Tuve suerte y pude ver a discreción especímenes de distinta edad y sexo donde, en anteriores visitas a El Garrapatero, descendiendo en taxi, no vi ninguna tortuga gigante. Me sorprendió el hallazgo de sus huellas biológicas (pelotillas ovaladas de bagazo pardo) hasta mitad de camino, más o menos a 300 msnm, cuando la transición del bosque montano tropical se había dado al bosque seco tropical.

Posted on May 31, 2022 05:11 PM by juanariasbermeo juanariasbermeo | 8 observations

May 11, 2022

Bahía Tortuga 1, 2 y 3

1.- Aterricé en el aeropuerto de Isla Baltra el martes 5 de abril, a mediodía ya estaba instalado en Isla Santa Cruz, muy bien alojado en Maytenus, ubicado a dos cuadras del pequeño parque del Edén, Puerto Ayora. El 6 de abril inicié mis caminatas (auspiciadas por el tiempo abierto del mundo, siestas al aire libre incluidas), de reconocimiento de la isla, con el inevitable retorno a Bahía Tortuga. Antes de las 8 am, ya habían grupos guiados de turistas de tiempo acotado, prestos a tomarse la estrecha senda que atraviesa 2.5 kilómetros de bosque seco encantado, cual invita al silencio y recogimiento de un templo natural para escuchar, a ritmo de galápago, sonidos melódicos de la Tierra y no el parloteo incesante de la humanidad. Ante la procesión ruidosa del Hombre, no queda más que acelerar y driblar obstáculos como alma en pena hasta volver a recobrar el silencio y aromas propios del sendero mágico que desemboca en Playa Brava. No anduve por Playa Mansa que constituye la meta de los más y que es maná contemplativo si se logra de ella minutos de intimidad. Había rumbo fijo hacia el extremo rocoso de Playa Brava y dejé que el iniciado entre en su isla salvaje.

El regreso al puerto vino despejado de grandes grupos parlantes. Llegando al muelle de pasajeros, al fondo, aproveché una banca vacía para tumbarme a gusto junto a lobos marinos retozando a la sombra de techos de policarbonato. De repente, alguien avisó de la presencia de peces grandes revolviéndose en las aguas turquesas, se trataba de la Raya Águila del Pacífico Oriental, en temporada de apareamiento, todo un acontecimiento.

2.- Me adelanté un tanto al arribo de grupos guiados a Playa Mansa, y conseguí minutos de intimidad con el bosque de opuntias gigantes y la barrera de manglares que forman la laguna. Luego fui al querido espacio del este de Playa Brava y topé con el único Cangrejo Ermitaño del Pacífico que pude capturar con la cámara, fue visto y no visto, pero no desapareció. Acá no faltaron lagartos y el arrullo cadencioso de aves endémicas.

3.- Pasadas las 7 horas, avanzaba por el fresco y sombreado sendero de bosque seco galapagueño, los trinos de jilgueros y el perfume de la isla vegetal me soltaron en la arena fina y cremosa, donde las iguanas marinas reciben las vitaminas del sol. Aproveché para caminar ida y vuelta Playa Mansa, sumida en el silencio de verdes manglares y rojizas opuntias. La laguna resplandecía subiendo de nivel, volví a recorrer paisajes que forman parte del ser.

De nuevo en la brisa y el oleaje de marea creciente de Playa Brava, pasé un buen rato con los cucuves y copetones del lugar, mientras el océano chocaba fuerte contra la orilla salpicando de espuma blanca la negritud volcánica. A media tarde, en el parque del Edén, me despedía un cucuve cantor.

Posted on May 11, 2022 05:08 PM by juanariasbermeo juanariasbermeo | 3 observations

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